Intervención realizada en el cierre -a modo de conclusión- en las I Jornadas de la FCPOL el 2.06.2018: La soledad y el vínculo.
Les presento un pequeño comentario de las resonancias que me han producido esta Jornada clínica de la FCPOL. Para mí ha sido como el encuentro con un gran mosaico de colores o una figura poliédrica en la que hay muchas aristas de mucho interés, pero por razones de tiempo plantearé solamente algunas puntuaciones.
Han sido unas Jornadas magníficas que me han enseñado y sobre todo me ha permitido tener una idea mucho más amplia del generoso y amplio trabajo que muchos colegas de la Escuela realizan en instituciones de diferente tipo, ya sean orientadas por el psicoanálisis lacaniano en régimen de voluntariado, o como asalariados en Fundaciones en las que la presencia de los psicoanalistas tiene una clara incidencia o en otras en las que los psicoanalistas trabajan orientados por el discurso analítico y al mismo tiempo tienen que arreglárselas para encontrar un lugar en el discurso de la ciencia.
La FCPOL se reactivó hace varios años con la misión de sostener y transmitir el discurso analítico en su relación con el Otro social, una bisagra que trata de transmitir y hacer existir el discurso analítico en los intersticios del discurso del amo, como ha señalado Carmen Campos. La FCPOL ha pasado por diferentes momentos, pero manteniéndose en su función de bisagra entre la ELP y el Otro del Estado, la ciudadanía y lo social, en el sentido más amplio. En el año 2016 organizamos en Barcelona las primeras Conferencias Internacionales en las que participó como invitado Eric Laurent. En esta ocasión la Jornada ha tenido un carácter más clínico.
Esta dimensión clínica ha mostrado hoy una gran diversidad, bajo el tema que nos convocaba: La soledad y el vínculo. Como ha dicho Jean Daniel Matet la pregunta es cómo tratar el aislamiento de una soledad intratable, cómo acompañar las soledades contemporáneas y cómo pensar el acto analítico en la sociedad. ¿Cómo hacer para sostener el acto analítico en la acción lacaniana? ¿Cómo sostenerlo colaborando con ciertas instituciones y al mismo tiempo manteniendo nuestra independencia y autonomía?
Se ha hablado de la soledad como el estado nativo del sujeto. Lacan también hablaba de la paranoia y su relación con el lazo social.
¿Qué es lo que ha mostrado la Jornada y que quiero subrayar?
Lo que quiero subrayar es que hay una clínica posible en las diferentes instituciones orientada por la especificidad del psicoanálisis. ¿Qué quiere decir esto? Que más allá de la institución en la que se esté está trabajando, el acto analítico es posible si funciona un operador -el analista practicante- que se supone que es alguien que ha hecho o hace la experiencia del análisis, que hace la experiencia de control y que está causado por la formación analítica. Entonces, es una clínica que hemos escuchado hoy en los diferentes casos, orientada por el síntoma, por lo real del síntoma como ha precisado Araceli Fuentes y también está orientada por la singularidad del sujeto.
Durante la Conversación han aparecido diferentes significantes a destacar, porque creo que es lo más especifico de la práctica clínica del psicoanálisis en estas instituciones: la sutileza, el detalle, la delicadeza con que se aborda la escucha de estos casos, donde, un analista puede convocar al sujeto a hablar de las palabras que no han sido dichas o como nos decía Silvia Morrone “saber callar”. Este es el bricolaje que conviene tener en cuenta: la función del síntoma y la singularidad del sujeto, con toda su variedad y diversidad.
Pilar Foz nos ha presentado un caso -del Cdiap Sant Boi de Barcelona-, en el que nos da cuenta de cómo se puede acoger el cuerpo de un pequeño lactante, prematuro de bajo peso, acompañarlo y alojar un síntoma pocos meses después, como el vómito o como la rigidez en el movimiento, desde un lugar, en el encuentro con otro, que no goza de ese cuerpo, y que puede incluso hablarle a través de palabras que no sean imperativas a través de un tercero o de un semejante. Ayudarle a anudar la dificultad del encuentro entre el lenguaje y el cuerpo.
Mª. Paz Rodríguez -del CPCT de París- nos plantea un caso en el que hay de entrada una pregunta por la identidad sexual. A través de las preguntas que formula con mucha delicadeza y las respuestas que recibe permite que el paciente pueda localizar que no hay una certeza sobre su ser de mujer, de manera que el paciente puede concluir subjetivando que en el fondo él era de un objeto para su madre y finalmente tomar otro rumbo frente a las preguntas que se planteaba sobre su transexualidad y tal vez desplazar algo del lugar de desecho en el que se desenvolvía en la vida. O tal vez esto lo pueda hacer en otro momento si realiza la experiencia de un análisis.
Felicidad Hernández – del CPBi de Bilbao- nos habla de una mujer extraordinaria, es decir una psicosis extraordinaria, ella es una diosa, un caso de psicosis grave en la que el analista decide contravenir las reglas, desde el principio, y prolongar el tratamiento por más tiempo. El tiempo necesario para que la paciente vaya tejiendo, en las sesiones, sus propios puntos de capitón, sus S1 que tejen una estructura simbólica. La paciente puede al final aislar en su vivienda un espacio: su propio cuarto de “Diógenes” e inventar algo nuevo cosiendo trozos de tela, al mismo tiempo que toma una cierta distancia de las voces que escuchaba.
Antonio Carrero -del CPA Madrid- nos presenta una paciente a la que su madre nunca la perdonó haber nacido, un caso grave de psicosis, pero que se encuentra con un Otro que con su mano y su mirada le da un lugar en cada sesión. Finalmente se desplaza el tratamiento a la consulta privada, después de un período, donde se inscribe una pérdida con un pequeño pago ayudando a la paciente a salir de su lugar de la “atención social” lo que tiene consecuencias importantes para su vida.
María Eugenia Insua -de la CCF A Coruña– nos presenta a una mujer “coleccionista” de hombres, bajo las coordenadas simbólicas del abandono y el significante amo: “No depender de nadie” y la acompaña hasta un punto donde, finalmente se puede dividir, cuando se encuentra con un hombre que le da palabras, que le da lo que no tiene y experimenta otra dimensión del amor. Algo nuevo y desconocido para ella en la que no sabe como manejarse.
Son casos que se presentan para el debate y de los que se deduce que hay una clínica orientada por el psicoanálisis, y esto es muy importante, porque como decía Francesc Vilá estamos en unos tiempos donde hay una deriva a la medicalización de la vida y de los “individuos sanitarizados”.
Una clínica bajo transferencia que debe sostenerse en una posición ética del practicante. Jean Daniel Matet nos recordaba que no hay una concepción única de la transferencia, efectivamente, y hoy hemos podido constatar la diversidad de las diferentes experiencias. La diversidad de cómo se procede en una Fundación como nos han hablado Carmen Grifoll y Susana Brignoni a lo que es la experiencia de una institución como el CPAdo de Madrid, orientada por miembros de la Escuela.
Gabriela Medin nos ha expuesto un caso de una adolescente en el que, tras un ciclo corto de tratamiento, se puede poner un cierto límite al goce, lo que le permite reordenar de otra manera su mundo simbólico y quizás más adelante, en otro ciclo, plantearse algunas preguntas de las cuales ella no quería hablar. Gabriela Medin consiente, respeta el derecho del sujeto a no hablar. La adolescente decía al principio que iba a la consulta “por su madre” pero se realizan una serie de maniobras, consultas e intervenciones que permiten a la adolescente hablar de algunas cosas, subjetivar otras y retirarse cuando ella lo decide.
Tengo que decir que el encuentro ha sido para mí una enseñanza. Hay muchas cuestiones desde el punto de vista de la transferencia que se han hablado esta tarde, que ya han quedado dichas y de preguntas que han quedado abiertas. Me ha encantado lo que ha planteado Miguel Ángel Vázquez, que trabaja en un gran hospital de Valencia, cuando ha hablado de la metáfora de la “gota de aceite”, porque toda la cuestión es cómo en la acción lacaniana realizamos una práctica clínica orientada por el psicoanálisis, sin diluirse como un azucarillo en una taza de café. Cómo alojarse en instituciones que muchas veces nos pueden dar un lugar con más facilidad, y otras veces, con menos facilidad pero mantener la especificidad del psicoanálisis. También están las instituciones que a iniciativa de miembros de la Escuela se ponen en marcha para desarrollar una experiencia y hacer vínculo social.
¿Cuál es el operador que funciona para no caer en la deriva a la psicoterapia y mantener la especificidad del psicoanálisis? En la orientación lacaniana sabemos que lo que opera es el deseo del analista. ¿Cuál es la garantía? La respuesta a esta pregunta para mí es clara, no es la Escuela, como me ha parecido escuchar en alguna intervención, no se trata de que la Escuela garantice esto, no. Lo que garantiza esto es el propio análisis, y cada uno, en la institución en la que esté inscrito realizando una práctica, tiene que saber que es desde su análisis, desde el control y de la formación analítica a la que está convocado éticamente como tiene que operar. Cada uno se hace cargo de su práctica clínica y la sostiene, asume los riesgos, tomando a cada paciente uno por uno.
Como decía Miller, en uno de sus textos, y aquí termino, no olvidemos que todos nosotros en algún momento hemos sido analizantes y hemos hablado de las cosas que no existen. Entonces si hemos hecho la experiencia de un análisis, o si la estamos haciendo, podremos, al menos, intentar hacer una clínica orientada y posibilitar el encuentro de un paciente con un Otro que podrá escucharlo desde un lugar y una orientación que no es la psicoterapia. Y a aquellos que no la han hecho todavía, les animo a que lo hagan, porque es desde ese lugar desde el que se puede operar en una institución orientada por el psicoanálisis.