Desde niño quise ser médico. En 1975 comencé mis estudios de medicina en la Universidad Complutense de Madrid. Los avatares de la vida me condujeron al País Vasco (Bilbao) donde me especialicé en Medicina Familiar y Comunitaria en el Hospital de Cruces. Formé parte de las primeras promociones de esa especialidad y docente de la misma durante varias décadas, ya en Madrid.
Durante el ejercicio de la medicina me encontré con el psicoanálisis, a partir de mi análisis personal, y en esa frontera vital me inicié en la formación en psicoanálisis y posteriormente en su práctica clínica.
La articulación del psicoanálisis y la medicina siempre me ha interesado. No podía ser de otra manera. El niño que quería ser médico y “salvar o curar al otro” fue haciendo un recorrido hasta interesarse por todo aquello que en la dimensión de la subjetividad escapa al discurso de la ciencia. El psicoanálisis es una experiencia que tiene una dimensión ética que trasciende la terapéutica, aunque no la excluye.
Tras una larga experiencia de análisis personal que se prolongó, durante 20 años, con dos analistas diferentes, el análisis propio terminó y desde esa experiencia y recorrido he tratado de sostener una práctica clínica y ética desde el discurso del psicoanálisis de orientación lacaniana.
Fui nominado Analista de la Escuela (AE) por el cartel del pase de la École de la Cause Freudienne en el año 2013. Una parte de mis testimonios y textos durante mis funciones como AE se recogen en el libro “Ensamblajes y Piezas sueltas”, editado por Grama ediciones.
Durante el período 2014-2016 fui presidente de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. En la actualidad Analista Miembro de la Escuela (AME) de la ELP y docente del Instituto del Campo Freudiano en España (Sección Clínica-Nucep Madrid).
En el año 2009 se editó mi primer libro: “El dolor y los lenguajes del cuerpo” (Grama ediciones). El tema del dolor y el cuerpo siempre ocupó un lugar privilegiado en mi práctica médica y en la investigación desde el psicoanálisis. Me di cuenta en el final del análisis de que, en realidad, el tratamiento del dolor ajeno era una manera de tratar el dolor propio. Así se explicaba mi temprana vocación por la medicina.
Una vez finalizado el análisis apareció mi segundo libro: “La transferencia, de Freud a Lacan”, una investigación que respondía a la pregunta sobre el destino de la transferencia.
El tercer libro: “Locuras y soluciones singulares” lo escribo a partir de un sueño, en el que aparece “un toque de locura” como una manera singular de nombrar la posición del analista que conviene para sostener una cura para otros. No hay fórmulas universales, no hay protocolos, cada caso es singular y en la práctica no hay juicios morales, ni uno sabe de antemano lo que le conviene al sujeto.
Este libro es el producto de un recorrido de investigación del campo de la locura, de asistencia a las Presentaciones de Enfermos en la que participaban J.-A. Miller, Éric Laurent y Estela Solano en Paris. Es el tiempo en el que, junto a otros colegas, ponemos en marcha el Departamento de Psicopatología del Nucep e iniciamos las presentaciones de enfermos en el Hospital Gregorio Marañon en Madrid, en colaboración con el servicio de Psiquiatría. Ese libro es el producto de toda esa experiencia.
El cuarto libro: “Ensamblajes y piezas sueltas” recoge algunos de mis testimonios a la comunidad analítica. La escritura de ese libro es el producto del encuentro con mi propio incurable, unos años después de finalizar el análisis.
Siempre quedan restos sintomáticos de la experiencia de una cura. La escritura, para mí, es una manera de encontrar un tratamiento por lo simbólico de lo que es lo insoportable o incurable para cada uno.
Sigo investigando (doctorando en la Universidad Paris 8) el tratamiento del dolor corporal crónico (de causa no orgánica) desde la perspectiva del psicoanálisis y dedicado en cuerpo y alma a la práctica del psicoanálisis y a la transmisión de su discurso.