En el final del análisis: “un bien decir sobre lo que se satisface”***

 Es una alegría para mí participar en este debate de la Escuela en el 50 aniversario del texto de Lacan acerca de la “Proposición del 9 de octubre del 1967…”. Me han pedido elegir una frase del texto para realizar un pequeño comentario.

He elegido la siguiente frase: “Nuestros puntos de empalme, donde tienen que funcionar nuestros órganos de garantía, son conocidos: son el inicio y el final del psicoanálisis, como el ajedrez” 1

Unas páginas más adelante Lacan subrayará que: “esta sombra espesa que recubre ese empalme del que aquí me ocupo, ese en el que el psicoanalizante pasa a psicoanalista, es esto lo que nuestra Escuela puede esforzarse en disipar”2

Quiero subrayar que Lacan afirma en el Acto de Fundación de la Escuela que el psicoanálisis no tiene nada más seguro que hacer valer en su activo que la producción de psicoanalistas3 y que en el texto que comentamos hoy Lacan advierte de que es esencial aislar el psicoanálisis de la deriva a la terapéutica porque esto distorsiona y relaja su rigor.4

En estos momentos en que J-A. Miller ha redefinido al Campo Freudiano año cero y nos invita a reinventar o superar lo anterior creo que conviene rescatar esta función que corresponde a la Escuela como un “anclaje” fundamental para poder entender cómo es posible después de 50 años que las Enseñanzas de la Orientación Lacaniana mantengan su vigor y su presencia en el mundo a través de las siete Escuelas de la AMP. Una de las claves fundamentales está en la concepción de Escuela de Lacan y el carácter subversivo que introdujo de nominar a los analistas a través del procedimiento del pase y de la idea de que un final de análisis es posible y además es posible decirlo a una Comunidad analítica.

Desde mi punto de vista la vía regia de esa orientación se traza a partir de la formación de los analistas y de la consideración del procedimiento del pase como un elemento esencial para responder a la pregunta por lo que es un analista. Este procedimiento invita a aquellos analistas que han dado por finalizado su análisis a testimoniar del mismo ante pasadores y un cártel del pase. Es un procedimiento de verificación del fin del análisis y en el caso de que el cártel acuerde acerca de eso el pasante será nombrado AE (Analista de la Escuela) y tendrá 3 años para testimoniar ante la comunidad analítica de la experiencia de su análisis.

Podríamos decir que 50 años después este procedimiento sigue teniendo su vigor y subrayar, al mismo tiempo, que la concepción del fin del análisis evoluciona en Lacan al mismo tiempo que avanza su Enseñanza. Es lo que voy a tratar de comentar hoy.

La Proposición del 67

En 1967 Lacan cuestiona el edificio burocrático y los standards de la Internacional fundada por Freud al introducir un nuevo procedimiento de reconocimiento de los analistas para aquellos que pueden dar cuenta de un final de análisis orientado por lo real del síntoma y el goce.

Freud se pregunta si es posible resolver un conflicto pulsional de modo permanente y definitivo y nos propone la metáfora de que la “represión actúa como los diques contra el empuje del agua”, es decir la represión intervine conteniendo la fuerza pulsional y en algunos momentos de la vida eso fracasa5

El factor cuantitativo o económico que tiene que ver con la intensidad pulsional del sujeto es lo que Lacan terminará por nombrar como goce. La acepción del goce en Lacan incluye lo que está del lado del placer, las pulsiones de vida y también su vertiente mortífera, las pulsiones de muerte. En cada sujeto hay un programa de goce, que es singular y particular, que se produce a partir de un encuentro contingente.

Un análisis debe permitir aislar esos encuentros y marcas, esas escenas imborrables, que han determinado un estilo de vida y un modo de gozar que se instala, se vuelve necesario y es la fuente de la repetición.

Toda la cuestión radica en la manera que cada uno encuentra de salir de la repetición o de experimentar su modo singular de goce de manera menos mortificante.

En el comienzo es la transferencia y la instalación del inconsciente transferencial. El analizante llega al análisis con su yo y su fantasma y la idea de Lacan es que es la transferencia la que produce el inconsciente permitiendo revelar un saber como algo concerniente a la verdad del ser del sujeto como ser de deseo.

Jacques Alain Miller subrayará en “Tres versiones del pase” como ese saber se refiere al deseo, se refiere al sujeto como ser de deseo, considerando el deseo como un problema que tiene una solución. La experiencia analítica es concebida como la experiencia de un sujeto que lucha con un problema y encuentra una solución.

En su “Proposición…” Lacan nos plantea dos soluciones, una negativa y otra positiva. La solución negativa es la nada, en el lugar de la significación última que promueve la experiencia analítica, la transferencia y a la pregunta de ¿qué quiere decir el síntoma analítico?, el analizante se encuentra con el vacío, con la vanidad de su deseo.

Lacan no se quedará en la dimensión negativa del final del análisis, sino que incluirá otra solución positiva que será el aislamiento de la función a minúscula, a la que más tarde dará el nombre de plus de gozar.

De esta forma en el final del análisis por el atravesamiento del fantasma el analizante terminará sabiendo lo que causa su deseo, conoce la falta en ser en que se enraíza su deseo y conoce el plus de gozar que obtura esta falta. Tenemos un sujeto que sabe y será en el espacio del pase en el que tiene que decir lo que sabe y compartirlo con la comunidad de la Escuela.

El sujeto analizado sabe lo que es, pero al mismo tiempo sabe lo que ya no es y de ahí la fórmula que utilizara: “el saber vano de un ser que se sustrae” y la idea de que el pase es un duelo del ser anterior que no sabía su causa.

J-A. Miller dirá que “el pase como procedimiento institucional capta ese viraje –esa metamorfosis, ese duelo- in fraganti, es decir, cuando acaba de producirse, al filo de la navaja, justo en el instante en que ese saber “de un ser que se sustrae” –y que por eso mismo devendrá vano- aún está a punto de desaparecer, a punto de evacuarse como vanidad. Lo atrapa entonces al borde de su desaparición” 6

El analista debe estar advertido de que analiza con el deser, es decir a partir del lugar vaciado de su propio goce fantasmático, reducido desde su propio análisis. De esta forma el analizante se dará cuenta de que el movimiento por el que se avanza no es otra cosa que la experimentación de la falta en ser y el encuentro con la inconsistencia de la cadena significante, del discurso y del Otro. Si el Otro de la transferencia, el analista, no responde como saber, sino que simplemente se ha prestado para que el circuito pulsional hiciera su vuelta, inevitablemente el analizante va a poder ubicar el plus de gozar del que el analista se ha hecho soporte real.

No hay relación sexual.

Jacques Lacan vuelve a valorar el pase seis años después (1973). La experiencia del pase y de la propia práctica analítica le lleva a proponer en un texto “La Nota Italiana” otra formulación del fin del análisis, en el que el saber que está en juego es el saber de que “no hay relación sexual”, es decir, un saber que llega mucho más allá de la verdad del ser de deseo7

Se trata de un saber que Lacan coloca en el registro de lo real y su consecuencia es el comienzo de esa gran desvalorización de la verdad.

En este texto, de forma irónica, Lacan toma distancia de Freud de quien dice que “la novela de Freud son sus amores con la verdad” 8

Lacan dice que el analista “debe de haber cernido la causa de su horror, del propio, el suyo, separado del de todos, horror de saber. Desde entonces el sabrá ser un desecho” 9

De esta forma Lacan está haciendo una nueva formulación del fin de análisis que podría consistir en desembarazarse de la verdad para acceder a cierto saber sobre lo real y bordearlo.

Aparece aquí esbozada la ruptura entre la verdad y lo real que a partir del año 76 conducirá a Lacan a decir que no hay verdad sobre lo real, ya que lo real se perfila como excluyendo el sentido.

La satisfacción del final del análisis.

 En el “Prefacio a la edición inglesa del seminario 11” de 1976 Lacan ya nos dice que: “ Faltaría que yo diga una verdad. No es el caso: fallo. No hay verdad que, al pasar por la atención, no mienta”10

Lacan cambia de perspectiva y propone el fin del análisis en las coordenadas de la satisfacción: “El espejismo de la verdad, del que solo cabe esperar la mentira (lo que cortésmente llamamos resistencia), no tiene otro término que la satisfacción que marca el fin del análisis”11

Podemos considerar este texto como un retorno al pase en la medida en que es puntuado y leído de esta manera por Jacques Alain Miller. Si en la “Proposición…” lo esencial está consagrado para Lacan al acontecimiento del pase que se supone que se produce en el curso del análisis, en “El Prefacio…” deja esto en un segundo plano y nos propone el pase en la dimensión de la satisfacción en el final del análisis y además decirla. En realidad esta perspectiva no excluye las anteriores sino que las supera tal y como constatamos en los testimonios de los AE en los últimos años.

Lo que Lacan define aquí es un fin de análisis definido por la satisfacción y el goce y ya no por el deseo. Lacan subraya en este texto que: “Por ello designé con el pase esta puesta a prueba de la hystorización del análisis, cuidándose de no imponer este pase a todos, porque no hay todos en este punto, sino dispersos descabalados. Lo dejé a disposición de los que se arriesgan a testimoniar lo mejor posible sobre la verdad mentirosa”12

Es lo que Miller denominará el pase bis en el que se trata de elaborar un testimonio del propio análisis en el que pueda hacerse algo de sentido con lo real e incluso, como nos dice Miller, conseguir hacerse aplaudir. Este aplauso no es un detalle secundario, porque representa en acto los efectos que se producen en los analistas que lo escuchan y al mismo tiempo son un índice de la satisfacción del final del análisis que se ha conseguido transmitir. Obviamente, no se trata solamente de construir un buen relato, sino de un bien decir sobre lo real, de un bien decir sobre lo que se satisface.

De esta forma la perspectiva del pase del 67 que pone el acento en el saber, “el pase relámpago” o “iluminación”, ligado al atravesamiento del fantasma, se trasladaría a otra, la de “saber arreglárselas” con los restos y a la “satisfacción” así alcanzada. Es la perspectiva que Jacques Alain Miller nombrará como la del Sinthome –Sinthoma-.

Lacan además evoca desde 1967 la libertad que puede obtenerse de la clausura de una experiencia. En el registro de esa libertad habría precisamente cierto saber hacer con los restos, los residuos de la propia vida apasionada en análisis.13

El mundo cambia y el psicoanálisis avanza y esto tiene consecuencias en la clínica y también en el lugar de la Escuela en relación a su respuesta frente al malestar en la cultura. La libertad a la que se accede a partir de la experiencia del análisis, más allá de las ideologías y de los ideales, es un instrumento que le abre al discurso analítico otras posibilidades frente a los discursos establecidos.

***Intervención en la sede de Madrid de la ELP el día 27.09.2017 en un encuentro organizado por la ELP en conmemoración con el 50 aniversario de la «Proposición del 9 de octubre de 1967…» Lacan, J.

1 LACAN, J. “Proposición del 9 de Octubre del 67”, en Otros Escritos. P. 265. Paidós 2012.

2 Ibid, p. 271

3 Jacques Lacan, “Otros Escritos”, “Acto de Fundación”, p. 257, Paidós 2012

4 LACAN, J. “Proposición del 9 de Octubre del 67”, en Otros Escritos. P. 264. Paidós 2012.

5 Freud, S. “Análisis terminable e interminable”, en Obras completas. Biblioteca Nueva. Pág. 3346.

6 Miller, J. A. Los cursos psicoanalíticos , “El lugar y el lazo”, editorial Paidós. Pág. 373.

7 Lacan, Jacques. Otros Escritos. “Nota Italiana”. Editorial Paidós. Pág. 329.

8 Ibíd

9 Ibíd

10 Lacan, Jacques. Otros Escritos. “Prefacio a la edición inglesa del seminario 11”. Editorial Paidós. Pág. 599

11 Ibíd. p. 600

12 Ibid, pág. 601

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